domingo, 3 de noviembre de 2013

EL ALMUERZO DESNUDO

¿Por qué los pollos tienen olor a lavandina y sus huesos se parten como si nada? ¿Cuántos peces mueren por cada plato de sushi? ¿Qué hay dentro de ese impoluto vaso de leche blanca? ¿Por qué todas las hamburguesas tienen el mismo sabor? ¿Sabía que cada vez menos chanchos tienen cola de rulito? ¿Por qué se suicidaron 200 mil agricultores en India? ¿Cuál es ese ingrediente fantasma incluido en el 75 por ciento de los alimentos procesados? Los alimentos y la alimentación es probablemente el tema en el que confluyen casi todos los problemas relevantes del mundo: la corrupción, la experimentación científica, la fuerza o debilidad de los Estados ante las corporaciones, la ecología y la salud de la población mundial. Por eso, son cada vez más los libros y documentales que echan luz sobre ese oscuro entramado que hace de cada plato de comida un expediente X. Radar vio y leyó buena parte de ellos y ofrece una guía y algunas respuestas.
Por Soledad Barruti
El 31 de octubre, Naciones Unidas ungió con el título Ser Humano 7 mil millones a Danica, una bebé filipina. El nombramiento fue por supuesto simbólico: la persona 7 mil millones podría haber nacido bastante antes en una clínica privada, en un hospital público o en una carpa improvisada en las arenas ardientes del desierto africano. En un Estado en guerra o en una democracia reciente. Puede también estar por nacer y saltar inmediatamente al olvido desde el grueso margen de error sobre el que se sostiene este mundo superpoblado. Como sea, el número al que llegó nuestra especie alarma y vuelve la atención sobre cuestiones que van del azar de un nacimiento acontecido en una determinada coyuntura política al bochorno colectivo de un sistema mundial en crisis donde el acceso a la comida y su calidad ocupan el centro de la escena. ¿Estará el ser humano 7 mil millones del lado de los 925 millones de hambrientos que hay según datos de la FAO (Organización mundial de alimentos)? ¿O crecerá hasta volverse uno de los 1500 millones de obesos que estima la ONU habrá para el 2015? ¿Tendrá la mejor de las suertes y será de los que eligen qué y cuándo comer y qué arrojar a la basura, participando del descarte anual de 1300 millones de toneladas que van al tacho, también según la FAO? Y la última: incluso si perteneciera a la franja acomodada, comiendo lo que se come en las grandes ciudades, ¿estaría a salvo?
Teniendo en cuenta que en la actualidad se producen alimentos para que coman 12 mil millones de personas, la comida no tendría que ser un tema. Y sin embargo cada día lo es más. Al margen del fenómeno “gourmet”, la problemática sobre la comida se ha ido complejizando hasta volverse un género de denuncia en sí mismo, al que se vienen dedicando desde activistas hasta periodistas, estrellas de Hollywood, políticos, documentalistas y escritores. En este sistema de producción intensiva hay material para variados intereses: especulación financiera, experimentación biológica, expulsión de pueblos enteros del campo a la pobreza, acopio global de tierras y semillas por gigantes multinacionales, polución, envenenamiento, hacinamiento y tortura de millones de animales; enormes negociados para pocos y un “consumidor” que no tiene idea de qué es lo que se lleva diariamente a la boca.
ESA MALDICION LLAMADA SUSHI
Nada es lo que era. Ni una manzana, ni un vaso de leche. Pero tal vez (quitando el complejo universo de los granos) sea el pescado el alimento que mejor ejemplifique cómo ha cambiado todo.
El salmón es un plato paradigmático: si bien sigue figurando entre los gustos más exquisitos, su consumo se extendió desaforadamente en los últimos años, impulsando la aparición de numerosos bolichones de sushi en casi todas las ciudades del mundo. Este boom ocurrió irónicamente al mismo tiempo que los pescadores locales denunciaban que volvían a la costa con sus redes vacías y los mares eran declarados ecosistemas en crisis. ¿Cómo puede ser que un recurso que escasea y se denuncia en extinción se popularice y disminuya su precio al mismo tiempo? En primer lugar, las megaempresas pescadoras aumentaron el pique doblando la apuesta. Sus barcos adquirieron el tamaño de un estadio, se equiparon con computadoras, rayos infrarrojos y comunicación satelital para detectar a sus presas. Sus bocas de red cuentan con la capacidad para meter adentro trece aviones intercontinentales. Como si con eso no bastara, también se usa cada vez más el sistema de pesca de arrastre: una especie de arado con el que barren el fondo del mar removiéndolo todo y llevándose peces de consumo, especies exóticas que no sirven de nada, delfines, tortugas, aves marinas, corales y millones de etcéteras que después, como no se pueden vender, son devueltos muertos al mar.
Los pescadores locales, sin posibilidad de competencia, se tienen que mudar a las ciudades o emplearse en las empresas que más han crecido al amparo de esta desgracia (y completan el porqué de tanto pescado): las granjas marinas. Con un desarrollo tres veces superior al de la agricultura, del 35 al 40 por ciento del pescado (y casi todo el salmón que comemos) y los crustáceos que se venden en el mundo vienen actualmente de esas granjas líquidas. Enormes jaulas de agua en medio del mar que pueden contener millones de peces que crecen prácticamente inmóviles en aguas que se pudren producto del hacinamiento. Los ojos de estos peces estallan en sangre mientras sobreviven entre parásitos y bacterias. Entre otras porquerías se los alimenta con maíz, y se les suministran antibióticos, alguicidas y tranquilizantes. Las costas que albergan estos emprendimientos se vuelven lodazales, los peces salvajes de zonas aledañas o se mudan o se mueren. Así como están las cosas, “imaginen que les sirven un plato de sushi: si ese plato contuviera todos los animales que murieron para hacerlo, el plato debería medir 1500 metros”, escribe Jonathan Safran Foer en Comer animales (Seix Barral). En este libro de reciente edición en Argentina, Safran Foer recorre el terrible camino que siguen dentro de las granjas industriales no sólo los peces sino todos los animales que van a parar a nuestro plato y cómo eso ha modificado la vida del pescador y el granjero, de las aguas y de la tierra, a la vez que empobrece la comida mientras pone en riesgo la salud del mundo entero.
Comer animales generó debates en todos los países en los que fue presentado y sirvió para volver la atención sobre la inmensa producción de libros, películas y documentales que en los últimos años se arrojaron a desentrañar cómo se producen en la actualidad los alimentos. “La industria no quiere que se sepa lo que estamos comiendo porque si lo supiéramos tal vez no querríamos seguir comiendo.” La frase aparece al comienzo del documental Food Inc. y resume el propósito detrás de cada una de estas investigaciones: correr el velo y descubrir qué hay detrás de esta industria que factura 140 mil millones de dólares al año y ocupa un tercio de la superficie del planeta.
EL OTRO LADO DEL PLATO
Para dimensionar el fenómeno de producción cultural alcanza con intentar recopilarla: en el área de los documentales hay novedades semanales (hablando por supuesto no sólo de películas sino de cortos, animaciones y documentales para Internet). Sólo acotando la elección a los que tienen extensión de película, hay decenas. De 2005 hasta hoy se pueden encontrar desde clásicas deconstrucciones de la realidad alimentaria (un recorrido bastante simple sobre cómo llegamos hasta acá y cuál será el desenlace de no producir un cambio) como la famosa Food inc. o la más reciente Fresh –sobre los sistemas alternativos de producción de alimentos–, hasta joyitas como The Future of Food que devela los peligros –de salud, de medio ambiente y hasta de independencia de los Estados nacionales– detrás de los alimentos genéticamente modificados. Otras como Dying in abundance, que muestran la desalmada especulación financiera que se hace alrededor de los granos en los mercados bursátiles. También intentos de concientización más artie como la alemana Our Daily
Bread que, sin más recursos que una cámara quieta y un micrófono, reproduce las imágenes y los sonidos de este cruel sistema moderno: sólo la imagen y el sonido de pollos recién salidos del cascarón que de a cientos son arrojados como piedras al galpón en el que seguirán creciendo o a la basura porque no nacieron con las condiciones exigidas, es escalofriante. Sólidas investigaciones periodísticas como la francesa El mundo según Monsanto (que recorre la historia de la ominosa compañía que es dueña de la mayoría de las semillas del mundo y consigue acallar a quienes osan iniciarles demandas por problemas económicos, ambientales o de salud), y la inglesa The end of the line: documental sobre la pronta extinción de la fauna marina que advierte sobre aguas sin peces libres en las próximas décadas. También Got the Facts on Milk?: un viaje por las entrañas de la industria láctea y sus siniestros métodos –como vacas con ubres veinte veces más grandes a fuerza de inyecciones de hormonas– para aumentar la producción.
Las crónicas y denuncias periodísticas, por su parte, también se suceden descubriendo para el lector interesado un sinnúmero de aberraciones cotidianas. Hay periodistas especializados en comida que dejaron de hablar de tendencias gastronómicas y se volvieron activistas presentando interesantes campañas, como Hugh Fearnley-Whittingstall de The Guardian, que promovió un petitorio para frenar el descarte de 70 millones de peces que son devueltos muertos por año al mar y que en estos días está trayendo curiosos debates en la Unión Europea (¿está bien regalarles a los pobres el pescado que “sobra”? Si se paga a los pescadores por esas especies cuya pesca innecesaria pone en peligro el ecosistema, ¿no se comenzará a alentar la pesca de animales exóticos o en extinción?). En esa línea de denuncia se mueve también Michael Pollan, escritor del New York Times (con libros como El dilema omnívoro y Food Rules: An Eater’s Manual), que ha utilizado las páginas de ese diario para escribirle directamente a Obama instándolo a modificar un sistema agrícola que sólo beneficia a las grandes corporaciones. “Hay que promover un consumo ético”, dice Pollan, quien no es vegetariano como Safran Foer, e impulsa fervorosamente la ingesta de carne siempre y cuando no provenga de granjas industriales.
Con toda la información que circula, surgen y se nutren movimientos que no son nuevos pero sí cada vez más masivos: carnívoros selectivos y consumidores de carne ética como Pollan (personas que comen sólo sabiendo cómo fue criado y muerto el animal en cuestión), vegetarianos que no comen transgénicos, veganos (que no comen nada de origen animal) y freegans (“veganos libres” o anticonsumistas, que sacan su comida únicamente de las bolsas de basura de los ricos).
Pareciera que una vez que se aborda cualquier asunto alrededor de la comida no hay espacio para la indiferencia. Pero lo más interesante del suceso no es la cantidad de voces que se levantan, sino cómo entre todas logran devolverle visibilidad a un tema tapado a medida que el mundo adoptaba este sistema agroindustrial. Productores en bancarrota por asumir los costos de la bioctecnología y pueblos enteros intoxicados con agroquímicos. Personas que consideran inmoral que el 50 por ciento de los granos que se cultivan sean utilizados para alimentar a animales (que a su vez sólo alimentan a una pequeña porción de la humanidad) y que 100 millones de toneladas anuales de granos sean usadas para crear biocombustibles (un hecho condenado por Jean Ziegler, de la ONU, como crimen de lesa humanidad). Científicos que alertan sobre el consumo de transgénicos, consumidores enfermos o parientes de víctimas directas de la comida y ambientalistas con una denuncia cada vez más atendible: el sufrimiento al que son expuestos miles de millones de animales criados bajo las condiciones más sádicas con el fin de optimizar el tiempo y maximizar las ganancias de las compañías.
LA COMIDA QUE MATA
Soja, maíz, sorgo. Los cereales han aumentado su producción en cantidades aún mayores que los animales. Son tantas las hectáreas que tienen sólo diez empresas semilleras y agroquímicas, que si sumaran sus tierras dispersas y decidieran constituirse como país, serían el más grande y poderoso. Si bien la propuesta con la que han ido avanzando a lo largo del mundo desde su aparición tuvo que ver con paliar el hambre generando cultivos invencibles ante las plagas, lo cierto es que desde la Revolución Verde en los años ’60 hasta hoy se duplicó la producción mundial y el hambre continuó su avance. Los transgénicos no sólo no tienen genes que los vuelvan más ricos en algún nutriente (como se dijo algún día que ocurriría) sino que cada día están más sospechados y relacionados con alergias, enfermedades del sistema inmunológico, nervioso y endocrino y otras patologías. Los alimentos procesados están llenos de rellenadores económicos sucedáneos de la soja como la lecitina o endulzantes como el jarabe de alta, fructosa proveniente del maíz; conocidos como “anti nutrientes”, son responsables entre otras cosas de los altos índices de obesidad y diabetes que hay en las ciudades desarrolladas.
Estos cultivos que ocupan todo también afectan la biodiversidad. De las mil variedades de papas que había en el mundo, actualmente se cultivan intensamente cuatro. De los siete mil tipos de manzanas que nutrían la imaginación del siglo XIX, quedan las cuatro o cinco que se suelen ver. El 97 por ciento de la variedad de vegetales que había al comienzo del siglo XX se extinguió. Los campesinos o pequeños productores independientes desaparecieron o se volvieron empleados de esas grandes compañías. En India, más de 200 mil deudores desesperados (¡200 mil!) que ya no tenían cómo afrontar las deudas a las que se vieron expuestos desde que las multinacionales empezaron a cobrarles por sus semillas, se suicidaron.
En la expansión verde, las vacas se trasladaron del campo a los feedlots, los cerdos de sus chiqueros a galpones de engorde intensivo y los pollos a cámaras oscuras de crecimiento acelerado. La vida de los criadores y la calidad de todos estos alimentos se han empobrecido cuantificablemente: la carne de hoy es más rica en grasas saturadas y remedios. El cambio en sus dietas y los espacios cerrados en donde se hace vivir a los animales cubiertos por sus propios excrementos volvió el terreno propicio para la aparición de virus y bacterias nuevas, o viejas pero mutadas. Es tal la cantidad de antibióticos que se les aplica para que aguanten y sobrevivan y que luego consumimos nosotros en forma de carne que las enfermedades en humanos se han vuelto cada vez más resistentes. Escherichia coli, salmonella, gripe aviar y gripe porcina son riesgos que se relacionan directamente con las granjas industriales. Y la obesidad avanza, y el cáncer avanza y los problemas cardíacos y la infertilidad y una larga lista de etcéteras. Si bien la mayor responsabilidad de este desbarajuste recae en países como Estados Unidos y China, no hay sociedad que esté exenta de sufrir las consecuencias.
¿Existe el modo de salir de esto o la fecha de vencimiento de la humanidad está escrita en letra invisible sobre cada tiquet de supermercado? Uno de los fenómenos más llamativos en la proliferación de estos documentales y libros es que, pese a todo, subyace la esperanza. Porque hay quienes ven en el colapso las semillas del cambio: un modo de leer el presente compartido también por los que en estos meses copan las plazas del mundo protestando contra este sistema tan injusto. Se trata de barajar y dar de nuevo para recuperar las pequeñas producciones locales, redistribuir el consumo globalmente, resignar un poco de confort o del gusto entre los que vivimos en sociedades desarrolladas (disminuir el consumo de carnes, por ejemplo, sería un primer paso) y alentar los nuevos movimientos que surgen en beneficio de las personas y los ecosistemas. Así como estamos hoy, en el tiempo que toma leer esta nota, siete mil personas más están entre nosotros. Si no nacieron en un país en guerra, si llegan a sortear el hambre y la pobreza, si pueden crecer hasta elegir y cuentan con una sola herramienta para seguir adelante, ésa debería ser la información para saber qué es lo que están comiendo, cuál es su origen y el proceso que atravesó antes de llegar a su plato, para no ser uno más de los tantos que sin saber juegan en cada comida a la ruleta rusa.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7478-2011-11-13.html

domingo, 22 de septiembre de 2013

22 de septiembre - Día Mundial sin auto

Los ecologistas y otros irresponsables proponen que por un día, en el día de hoy, los automóviles desaparezcan del mundo.
¿Un día sin autos? ¿Y si el ejemplo se contagia y ese día pasa a ser todos los días?
Dios no lo quiera, y el Diablo tampoco.
Los hospitales y los cementerios perderían su más numerosa clientela.
Las calles se llenarían de ridículos ciclistas y patéticos peatones.
Los pulmones ya no podrían respirar el más sabroso de los venenos.
Las piernas, que se han olvidado de caminar, tropezarían con cualquier piedrita.
El silencio aturdiría los oídos.
Las autopistas serían deprimentes desiertos.
Las radios, las televisiones, las revistas y los periódicos perderían a sus más generosos anunciantes.
Los países petroleros quedarían condenados a la miseria.
El maíz y la caña de azúcar, ahora convertidos en comida de autos, regresarían al humilde plato humano.

Eduardo Galeano, "Los hijos de los días", Siglo XXI, Buenos Aires, 2012

jueves, 5 de septiembre de 2013

MUY LINDA IDEA
LA GRATIFERIA
Desencantados con una economía que promueve el individualismo y el consumo depredador, miles de argentinos se suman a ferias en las que los objetos se regalan, comparten traslados en automóvil con desconocidos u ofrecen alojamiento gratuito a viajeros del exterior.
Nada está en venta en esta feria de Plaza Italia, en el barrio de Palermo, Buenos Aires. Crédito: Juan Moseinco/IPS.
En medio de una intensa ola de consumismo, algunos argentinos empiezan a experimentar las ventajas de compartir objetos y servicios, en lugar de comprarlos. Son tendencias incipientes en este país sudamericano, pero que crecen apoyadas en las plataformas 2.0. Los usuarios comparten una misma preocupación por el cuidado ambiental y cierto rechazo al consumismo. Pero también su voluntad de incrementar el contacto comunitario y de fomentar la confianza entre las personas. "Necesitamos mucho menos de lo que consumimos. Por eso, la base de nuestras ferias es el desapego, la necesidad de liberar objetos del concepto de propiedad privada", explica Ariel Rodríguez, creador de La Gratiferia bajo el lema "Traé lo que quieras (o nada) y llevate lo que quieras (o nada)". La iniciativa se puso en marcha en 2010.
La primera feria fue en su casa, en el barrio porteño de Liniers. Rodríguez puso a disposición de amigos y vecinos libros, discos, ropa, muebles y otros bienes que acumulaba y no necesitaba. Preparó también algo de comer y sirvió algo de tomar. Con el tiempo, hubo quienes lo imitaron y, recuerda, la feria número 13 "salió a la calle y explotó" con la difusión en redes sociales. "Es algo que rompe con los esquemas", dice Rodríguez. Los visitantes se acercan con incredulidad, sin saber si tienen o no derecho a tomar objetos sin dejar nada a cambio.
Leer más en:

viernes, 23 de agosto de 2013

¿Estamos preparados para hacernos cargo de salvar el planeta?


Desde mi punto de vista, sin ser un especialista en la materia y teniendo en cuenta que posiblemente ni los mas versados expertos estén totalmente seguros, asumiré que tecnológicamente el ser humano está en condiciones de lograr que el clima del planeta se mantenga dentro de un margen en el que pueda conservarse la vida.
Empezaría haciendo una diferenciación que considero importante. Desde mi punto de vista, sin ser un especialista en la materia y teniendo en cuenta que posiblemente ni los mas versados expertos estén totalmente seguros, asumiré que tecnológicamente el ser humano está en condiciones de lograr que el climadel planeta se mantenga dentro de un margen en el que pueda conservarse la vida, de una forma relativamente similar a como la conocemos. Si no fuera así, ya no tendría sentido establecer si como sociedad estamos preparados para hacerlo.
Debemos además tener en cuenta que hay en el mundo casi 200 países y que incluso dentro de cada país hay sociedades diferentes, con distintos modos de vida, cultos, pensamientos, estructura social y diferencias hasta en los valores mas profundos. Entonces hablamos de miles de sociedades, todas con diferencias entre si, algunas incluso absolutamente substanciales.
Teniendo en cuenta esa heterogeneidad tan impresionante, suena bastante lógico que la constante expansión natural de la mayoría de esas sociedades provoque fricciones y hasta choques o enfrentamientos en los lugares, físicos o espirituales donde los pretendidos derechos de una, se superpongan a los de otra u otras.
Así es que el mundo se encuentra en constante conflicto. Cuando no es en una región, es en otra; cuando no es un país, es otro cuando no es un motivo, es otro. Hasta ahí, todo es comprensible, hasta lógico. El verdadero problema radica en que en una gran cantidad de casos no hemos podido resolver esos naturales reacomodamientos de sociedades que se encuentran en constante movimiento, de una forma pacífica, ambientalmente sustentable, y buscando el mayor bienestar. Posible para todos.
Las sociedades mas avanzadas, las mas evolucionadas, no son las que cuentan con los mayores adelantos tecnológicos, con las armas mas destructivas, sino las que han desarrollado una conciencia mas ecológica y solidaria. Las que han comprendido que en la guerra todos pierden, que en la paz, en el pensamiento colectivo, en el cuidado de los recursos naturales, en tratar que el conjunto pueda tener una vida digna, todos ganan.
El hecho de que aun siga habiendo sociedades que carecen en su comportamiento colectivo de un modo de vida y sobre todo de un modo de pensar la vida comprometido con el beneficio colectivo, mas allá del beneficio personal, hace que sea muy difícil encontrar puntos de concordancia a nivel mundial para tomar las medidas necesarias para revertir el proceso de cambio climático.
El atisbo de esperanza, la luz al final del túnel es que las personas están cambiando, la conciencia colectivaestá cambiando, las sociedades se encuentran en un proceso de evolución. Estamos ahora en una especie de carrera entre la evolución de la conciencia colectiva y la acelerada degradación de este hermoso planeta, el único lugar del que disponemos para nuestra vida. www.ecoportal.net

lunes, 19 de agosto de 2013

Consumismo Versus Consumo

Aparentemente, el consumo es un hecho banal, incluso trivial. Todos lo hacemos a diario, en ocasiones de manera celebratoria, cuando ofrecemos una fiesta, festejamos un acontecimiento relevante. Pero la mayor parte del tiempo consumimos de hecho, se diría que rutinariamente y sin demasiada planificación y sin pensarlo dos veces.

En realidad, si se lo reduce a su forma arquetípica en tanto ciclo metabólico de ingesta, digestión y excreción, el consumo es una condición permanente e inamovible de la vida y un aspecto inalienable de ésta, y no está atado ni a la época ni a la historia. Desde ese punto de vista, se trata de una función imprescindible para la supervivencia biológica que nosotros, los seres humanos, compartimos con el resto de los seres vivos, y sus raíces son tan antiguas como la vida misma.
Se ha sugerido (y de esta sugerencia se habla en el resto de este capítulo) que miles de años después se produjo un punto de quiebre que merecería el nombre de “revolución consumista”, con el paso del consumo al “consumismo”, cuando el consumo, como señala Colin Campbell, se torna “particularmente importante por no decir central” en la mayoría de las personas, “el propósito mismo de su existencia”, un momento en que “nuestra capacidad de querer, de desear, y de anhelar, y en especial nuestra capacidad de experimentar esas emociones repetidamente, es el fundamento de toda la economía” de las relaciones humanas.
Se puede decir que el “consumismo” es un tipo de acuerdo social que resulta de la reconversión de los deseos, ganas o anhelos humanos (si se quiere “neutrales” respecto del sistema) en la principal fuerza de impulso y de operaciones de la sociedad, una fuerza que coordina la reproducción sistémica, la integración social y la formación del individuo humano, así como también desempeña un papel preponderante en los procesos individuales y grupales de autoidentificación, y en la selección y consecución de políticas de vida individuales. El “consumismo” llega cuando el consumo desplaza al trabajo de ese rol axial que cumplía en la sociedad de productores.
Mary Douglas insiste: “mientras no sepamos por qué y para qué la gente necesita lujos [vale decir, bienes más allá de los indispensables para la supervivencia] no estaremos tratando los problemas de la desigualdad ni remotamente en serio”.
A diferencia del consumo, que es fundamentalmente un rasgo y una ocupación del individuo humano, el consumismo es un atributo de la sociedad. Para que una sociedad sea merecedora de ese atributo, la capacidad esencialmente individual de querer, desear y anhelar debe ser separada (“alienada”) de los individuos (como lo fue la capacidad de trabajo en la sociedad de productores) y debe ser reciclada/reificada como fuerza externa capaz de poner en movimiento a la “sociedad de consumidores” y mantener su rumbo en tanto forma específica de la comunidad humana, estableciendo al mismo tiempo los parámetros específicos de estrategias de vida específicas y así manipular de otra manera las probabilidades
de elecciones y conductas individuales.
Todo esto sigue sin decir mucho acerca del contenido de la “revolución consumista”. Debemos enfocar nuestra atención en eso que “queremos”, “deseamos” y “anhelamos”, y en cómo la esencia de nuestras ganas, nuestros deseos y aspiraciones va cambiando como consecuencia del pasaje hacia el consumismo.
Se suele pensar, aunque quizás incorrectamente, que aquello que los hombres y mujeres moldeados por una forma de vida consumista desean y anhelan con mayor intensidad es la apropiación, posesión y acumulación de objetos, cuyo valor radica en el confort o la estima que, según se espera, proporcionarán a sus dueños.
La apropiación posesión de bienes que aseguren (o al menos prometan) confort y estima bien puede haber sido el principal motivo detrás de los deseos y las aspiraciones en la sociedad de productores, una sociedad abocada a la causa de la estabilidad de lo seguro y de la seguridad de lo estable, y que confiaba su reproducción a patrones de conducta individual diseñados a esos fines.
De hecho, la sociedad de productores, principal ejemplo societario de la fase “sólida” de la modernidad, estaba orientada fundamentalmente a la obtención de seguridad. La búsqueda de seguridad apostaba al anhelo intrínsecamente humano de un marco seguro y resistente al tiempo, un marco confiable, ordenado, regular y transparente y por lo tanto perdurable. Ese anhelo fue una excelente materia prima para la construcción de estrategias de vida y patrones de comportamiento indispensables en aquella era de “la cantidad es poder” y “lo
grande es bello”. En esa época, un enorme volumen de posesiones sólidas, grandes, pesadas e inamovibles aseguraban un futuro promisorio y una inagotable fuente de confort, poder y estima personales.
Obviamente todo esto tenía sentido en la moderna sociedad sólida de los productores. Una sociedad, me permito repetir, que apostaba a la prudencia y la circunspección, a la durabilidad y a la seguridad, y sobre todo a la seguridad a largo plazo. Pero el deseo humano de seguridad y sus sueños de un “estado estable” definitivo no sirven a los fines de una sociedad de consumidores.
En el camino que conduce a la sociedad de consumidores, el deseo humano de estabilidad deja de ser una ventaja sistémica fundamental para convertirse en una falla potencialmente fatal para el propio sistema, causa de disrupción y mal funcionamiento. No podía ser de otra manera, ya que el consumismo, en franca oposición a anteriores formas de vida, no asocia tanto la felicidad con la gratificación de los deseos (como dejan traslucir las “transcripción es oficiales”) sino como un aumento permanente del volumen y la intensidad de los deseos, lo que a su vez desencadena el reemplazo inmediato de los objetos pensados para satisfacerlos y de los que se espera satisfacción. Como lo expresa tan adecuadamente Don Slater, combina deseos insaciables con la urgencia de “buscar siempre satisfacerlos con productos”.
Las necesidades nuevas necesitan productos nuevos. Los productos nuevos necesitan nuevos deseos y necesidades. El advenimiento del consumismo anuncia una era de productos que vienen de fábrica con “obsolescencia incorporada”, una era marcada por el crecimiento exponencial de la industria de eliminación de desechos.

Fuente: Zygmunt Bauman, Vida de consumo, Trad. de M. Rosenberg y J. Arrambide, FCE, México, 2007, pp.44-51.
Zygmunt Bauman (nació el 19 de noviembre en Poznan, Polonia) actualmente es profesor emérito de la Universidad de Leeds y ha dictado cátedra de sociología en universidades
de países como Israel, Estados Unidos y Canadá. Es reconocido como “uno de los principales referentes en el debate sociopolítico contemporáneo y uno de los pensadores más audaces y provocadores”. De su más reciente producción bibliográfica, se cuentan: Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (2005),Vida líquida (2006) y Vida de consumo (2007). A esta última corresponden los fragmentos que aquí se reproducen.

Podemos ser sustentables, pero... ¿queremos?


Se dice que el Planeta está en crisis, pero esto es solo una verdad a medias, La Tierra solo está experimentando cambios en su superficie, en gran parte debido a la acción humana, pero no va a desaparecer. La verdadera crisis está en nuestra civilización, en nuestra forma de vida. Se requiere empezar a pensar en alternativas viables y comenzar a introducirlas en la práctica. En definitiva, construir las bases de una nueva civilización, asentada en el uso sostenible de los recursos naturales.
Se dice que el Planeta está en crisis, pero esto es solo una verdad a medias, La Tierra solo está experimentando cambios en su superficie, en gran parte debido a la acción humana, pero no va a desaparecer. La verdadera crisis está en nuestra civilización, en nuestra forma de vida.
Si bien la especie humana ha aumentado enormemente en cantidad de individuos, ese crecimiento por si mismo no debería ser un problema, ya que también contamos con las herramientas y conocimientos como para que toda esa población tenga una buena calidad de vida, sin necesidad de comprometer los recursos naturalespara las generaciones futuras.
Tenemos los conocimientos y la tecnología para producir alimentos y energía de forma sustentable. También para utilizar y reciclar el agua potable de modo que esta no se agote. Se podría, entonces satisfacer el consumo total de productos y servicios si este fuera ser mas racional. Además, claro, para reducir, reutilizar y reciclar nuestros deshechos de forma tal que dejen de provocar un colapso ambiental en las cercanías de cada ciudad. En definitiva, podríamos reducir drásticamente el impacto ambiental de nuestras actividades, sin que esto significara volver a la época de las cavernas, como dicen nuestros detractores, que pretendemos hacer los ecologistas.
El problema se encuentra en la forma en la que se ha desarrollado nuestra civilización, en los medios y tecnologías que se vienen utilizando y en la forma en la que se ha ido organizando. Lo que ha primado hasta ahora no es la sustentabilidad de los recursos, sino la generación de nuevas necesidades de consumo, con el fin de aumentar las ventas y por consiguiente los beneficios económicos de las empresas que los producen. Y para aumentar aún mas esos beneficios, se reducen al máximo los costos, lo que también significa deterioro de la salud y bienestar de la población, contaminación y destrucción evitable de ecosistemas.
Desequilibrios ecológicos tales como el calentamiento global, son consecuencia directa de la sobre explotación de los recursos naturales, en este caso en particular especialmente de los recursos fósiles, y afecta a todas las regiones del mundo. Pero sus peores efectos se sienten más intensamente en las zonas más deprimidas y dentro de ellas en los sectores empobrecidos. Y esto, va empeorando rápidamente.
Sobre lo que no quedan dudas, es que se trata de una crisis estructural, una crisis del modelo de desarrollo que ha prevalecido en el planeta y se ha acentuado en las últimas décadas. Esto exige un replanteamiento de parámetros, un cambio profundo y no mas soluciones parciales.
En América Latina las resistencias al modelo han sido y son muy numerosas. Se encuentran en todos los sectores populares: campesinos, obreros, pueblos indígenas, afrodescendientes, movimientos ecologistas, mujeres y, jóvenes y otros.
Pero la época de la resistencia, va dejando lugar a una nueva etapa, la del planteo y puesta en marcha de nuevas alternativas.
Se requiere empezar a pensar en alternativas viables y comenzar a introducirlas en la práctica para que el cambio de modelo no sea tan drástico, para que el colapso final del capitalismo nos encuentre preparados.
En definitiva, construir las bases de una nueva civilización, asentada en el uso sostenible de los recursos naturales, que pueda ofrecer respuestas a las necesidades de los pueblos, incluyendo a todas las culturas, saberes, filosofías y religiones, para que cada una ofrezca su aporte propio a la construcción social nueva.
Este proceso se encuentra en marcha y sobre él apoyamos muchas de nuestras expectativas de que un mundo mejor, es posible.
* Ricardo Natalichio

martes, 30 de julio de 2013

PARA PENSAR

"Si piensas que eres demasiado pequeño para causar impacto, intenta dormir con un mosquito en la habitación." 
Anita Roddick 

EL NUEVO ORDEN MENTAL



Si observamos con detenimiento, el sistema está muy bien resguardado en todos y cada uno de sus rincones. Poco a poco ha ido estableciendo un 'Nuevo Orden' que ya no sólo controla lo político, lo económico, o lo social; también controla nuestra mente. Llegó a nuestras conciencias en mucha mayor medida de la que imaginamos. Y es ahí donde se ha instalado, velando por sí mismo. Es por esto que incluso en un momento como el actual, en el que cada vez nos queda más claro que este sistema no nos lleva a nada bueno, sigue habiendo el mismo miedo a un cambio.
Ha pasado ya tiempo desde que comenzamos a vivir tal y como lo hacemos ahora. Un modelo centrado en: máxima producción al mínimo coste y consumo ilimitado para generar ‘crecimiento’ infinito. ¿Qué buscamos con esto? Tener el mayor lucro posible, en el menor tiempo.
A pesar de ello una parte considerable de la sociedadtodavía no sabe que nuestro modo de vivir forma parte de un sistema concreto, una opción elegida entre otras muchas. Tantas como podamos imaginar. Incluso hay quien va más allá pensando que las opciones a elegir son el caos absoluto, o aquello que tenemos ahora. Esta preocupante simplificación aflora de manera automática cuando se cuestiona nuestro modo de vida. La visión mayoritaria es que un sistema diferente al actual equivale a violencia, desorden, pánico… y a perder todas nuestras posesiones.
Si observamos con detenimiento, el sistema está muy bien resguardado en todos y cada uno de sus rincones. Poco a poco ha ido estableciendo un 'Nuevo Orden' que ya no sólo controla lo político, lo económico, o losocial; también controla nuestra mente. Llegó a nuestras conciencias en mucha mayor medida de la que imaginamos. Y es ahí donde se ha instalado, velando por sí mismo. Es por esto que incluso en un momento como el actual, en el que cada vez nos queda más claro que este sistema no nos lleva a nada bueno, sigue habiendo el mismo miedo a un cambio.
Hace no demasiado tiempo, el destacado filósofo y psicólogo Erich Fromm, mostraba su visión presente y futura del ser humano transformado en un Homo Consumens. Un consumidor total, cuya única finalidad es tener más y usar más. Entre otras cosas, alegaba que la sociedad produce cada vez más cosas inútiles; y en igual proporción, cada vez más personas cuya vida está principalmente destinada a ser un eslabón más de la inercia consumidora. No le faltaba razón. Poco a poco vamos viendo crecer esa espiral en la que desde pequeños, se nos crea la necesidad de consumir compulsivamente. Y sobre todo, de consumir aquello que no necesitamos.
Frente a una publicidad constante orientada alconsumismo extremo, unos medios de comunicación que lo alimentan, o un poder empresarial y financiero centrado en que este modelo no cambie, de poco sirve explicar a unos y otros hacia dónde nos lleva esta dinámica de vida. Y a pesar de lo que pueda parecer, la solución no pasa por ningún tipo de acción radical. No se trata de ‘borrar del mapa’ el poder que nos domina y decide sobre nuestras vidas, sino de cambiar la mentalidad individualista y deshumanizada de donde parte este sistema tan injusto, tan desigual. Mientras no sea la sociedad la que cambie, podríamos desmantelar una y otra vez grupos de poder o gobiernos codiciosos, que volverían a ser sustituidos por otros con idéntica mentalidad. La desigualdad social tampoco se soluciona imponiendo a toda la población el mismo nivel de riqueza; sino con las mismas oportunidades, derechos y libertades para todas las personas. El consumismo no se vence a través del consumo ‘cero’; sino siendo conscientes de las consecuencias del consumo irracional, usando (cuando nos sea posible) medios de intercambio alternativos al dinero y consumiendo de forma ética y responsable. Por suerte poco a poco se va entendiendo este constructivo mensaje, aunque la presión ejercida para que seamos una sociedad codiciosa, obsesionada con el dinero y totalmente dependiente de cosas que no necesitamos, sea muy grande.
Se dice que estamos en una época transitoria, entre una etapa que se resiste a acabar y otra que no se decide a empezar. De nosotros depende acelerar ese proceso y dar paso a aquello que tanto demandamos. Pasemos de la protesta a la propuesta. Lo que puedas, donde puedas, cuando puedas; pero formando parte de la solución, no del problema. Claro que es posible.
Cultura de Solidaridad
www.culturadesolidaridad.org


sábado, 15 de junio de 2013


¡ MUY LINDO DÍA PARA TODOS LOS PAPÁS!



martes, 4 de junio de 2013

La fuerza curativa de la ecología interior

2009-01-16


  En tiempos de crisis como el nuestro buscamos fuentes de inspiración allí donde se encuentren Una de ellas es la ecología interior. Para evaluar su importancia debemos concienciarnos de que nuestra relación con la Tierra, por lo menos en los últimos siglos, está basada en falsas premisas éticas y espirituales: antropocentrismo, negación del valor intrínseco de cada ser, dominación de la Tierra, depredación de sus recursos. Tales premisas han producido el actual estado de enfermedad de la Tierra que repercute en la psique humana.
Así como existe una ecología exterior, existe también una ecología interior hecha de solidaridad, sentimiento de re-ligación con el todo, cuidado y amorización. Ambas ecologías están ligadas umbilicalmente. Es lo que se conoce como psicología ambiental o, en la expresión de E. Wilson, como biofilia. Su base no es sólo antropológica sino también cosmológica, pues el propio universo, según reconocidos astrofísicos, como Brian Swimme entre otros, tendría una profundidad espiritual. El universo no está solamente formado por el conjunto de objetos, sino por el tejido de relaciones entre ellos, haciéndolos sujetos que intercambian informaciones y se enriquecen.
A partir de la ecología interior, la Tierra, el Sol, la Luna, los árboles, las montañas y los animales no están solamente ahí fuera, viven en nosotros, como figuras y símbolos cargados de emoción. Las experiencias -buenas o traumáticas- que hayamos tenido con estas realidades dejaron marcas profundas en la psique. Esto explica la aversión hacia algunas o la afinidad que sentimos respecto a otras.
Tales símbolos configuran una verdadera ecología interior, cuyo código de descifrado constituyó una de las conquistas espirituales del siglo XX, con Freud, Jung, Adler, Lacan, Hillmann y otros. En lo más profundo de nosotros, según C.G. Jung, brilla el arquetipo de la Imago Dei, del Absoluto. Nadie trabajó mejor que Viktor Frankl esta dimensión que él llama inconsciente espiritual, y los modernos denominan mystical mind opunto Dios en el cerebro. En último término, ese inconsciente espiritual es expresión de la espiritualidad misma de la Tierra y del universo que irrumpe a través de nosotros, que somos la parte consciente del universo y de la Tierra.
Urge resucitar este espíritu de mutua pertenencia porque lo perdemos por el exceso de individualismo y de competición que subyacen bajo la crisis actual.
El sistema imperante saca de quicio el deseo de tener, a costa de otro deseo más fundamental, que es el de ser y el de elaborar nuestra propia singularidad. Esto exige capacidad de oponerse a los valores dominantes y de vivir ideales ligados a la vida, a su cuidado, a la amistad y al amor.
La ecología interior, también llamada ecología profunda (deep ecology), busca despertar el chamán que se esconde en cada uno de nosotros. Como todo chamán podemos entrar en diálogo con las energías que trabajan en la construcción del universo, desde hace 13.700 millones de años. Sin una revolución espiritual será difícil que salgamos de la actual crisis, que exige un nuevo contrato con la vida y con la Tierra. De lo contrario, seguiremos errantes y solitarios.


viernes, 24 de mayo de 2013


Alternativas “verdes” a los productos de limpieza

Muchos saben que los productos de limpieza que se encuentran en los supermercados contienen cantidades no menores de químicos tóxicos. Los detergentes producidos por la industria petroquímica son una gran fuente de deterioro del aire interior. Cada año entran al mercado (y a nuestros hogares) nuevas moléculas químicas que liberan toxinas en nuestra atmósfera interior, por lo que seguimos exponiéndonos a nuevas fuentes de contaminación química, no sólo vía el aparato respiratorio, sino también a través de nuestra piel.

 Según Environnement Canada “una exposición constante y a largo plazo a pequeñas cantidades de sustancias tóxicas presentes en los productos domésticos puede conllevar a diversos síntomas: dolores de cabeza, cansancio, congestión nasal, tos, estornudos, irritación de la piel, mareos, nauseas, irritación de los ojos, nariz y garganta”. Si bien en toxicología, se dice que es la dosis la que hace al veneno, una sustancia “peligrosa” en muy bajas concentraciones puede no ser un peligro grande para la salud. Sin embargo, los investigadores1 subrayan el hecho que “en la actualidad no se han realizado muchos estudios sobre los peligros reales o los efectos a largo plazo de la exposición a pequeñas cantidades de sustancias tóxicas y mucho menos sobre la interacción entre estas diversas sustancias. Por lo que es conveniente que limitemos nuestra exposición a los productos químicos sobre todo cuando existen alternativas”.

En esa misma línea de estudio, el IARC apoya sus últimos trabajos en relacionar algunos tipos de cánceres con nuestra forma de vida, entre ello, el uso de productos de limpieza que ingresan en el interior de nuestros hogares sustancias tóxicas como ser el formaldehido y compuestos orgánicos volátiles (COV) como el benceno y el butadieno 1,3, que pueden afectar especialmente a los niños.

Terminemos entonces con el uso indiscriminado de esos productos químicos, poco respetuosos del medio ambiente y de nuestra salud. Vayamos de a poco incorporando nuevas costumbres, aquí una lista de productos de limpieza alternativos y naturales:

Bicarbonato de sodio: EL imprescindible
El bicarbonato de sodio sirve para desodorizar, neutralizar la acidez, sacar manchas, pulir y suavizar la ropa. Sirve también para disolver las grasas, los azúcares, limpiar la cocina, el baño, bloquear los alérgenos de los ácaros presentes en las alfombras y demás textiles del hogar. Es un producto natural, completamente biodegradable, no tóxico para el medio ambiente ni la salud.

Para absorber los malos olores: El bicarbonato de sodio tiene un verdadero poder contra los malos olores ya que los neutraliza rápidamente. Para eliminar los malos olores en el refrigerador, clóset de ropa o de zapatos, coloque un platito con 3 cucharadas soperas de bicarbonato de sodio. Renueva cada dos meses.

Si su basurero huele mal, lávelo con agua caliente y jabón. Luego de haberlo secado, coloque en el fondo una capa de bicarbonato: los malos olores desaparecerán.

Para desodorizar su lavarropas agregue bicarbonato junto con la ropa, en el lavado.

Contra el olor a tabaco: En general son los textiles de la casa los que absorben el olor a tabaco, entonces si ha tenido en su casa una fiesta con fumadores siga estas instrucciones: rocíe su sofá con bicarbonato de sodio, deje actuar unos minutos y aspírelo. Si los olores persisten, sacuda un trapo mojado con vinagre de alcohol en toda la habitación.

Limpiar sin rayar: coloque bicarbonato directamente sobre una esponja húmeda y lave lavaplatos de acero inoxidable, bañera, ducha, grifos, cocinas, muebles de jardín e incluso platería. Enjuague y seque las superficies limpias.

Para destapar ductos de agua de lavamanos, duchas, etc.: diluya 3 cucharadas soperas de bicarbonato de sodio + 3 cucharadas soperas de sal fina. Vierta esa mezcla con 1 taza de vinagre de alcohol caliente en el ducto + agua hirviendo. Deje actuar y verá cómo se destapa su ducto. En caso de ductos muy tapados, utilice un sopapo para acelerar el proceso.

Nota: ¡cuidado que esa mezcla es burbujeante!

Reavivar los colores de las alfombras y tapices: esparza bicarbonato de sodio sobre su alfombra, tapiz o moqueta. Deje actuar por unas horas y aspire. Nota: antes de utilizar sobre toda la superficie, haga una prueba de resistencia de colores en una pequeña parte, no muy visible, de la alfombra.

El vinagre de alcohol:
La primera característica del vinagre de alcohol es su poder anti-sarro. Sin embargo no hay que olvidar sus propiedades antibióticas y antisépticas, por lo que desinfecta y destruye las bacterias. Es muy eficaz contra el moho ya que destruye sus esporas. Entre otras propiedades, podemos citar su carácter ácido que le permite neutralizar los productos alcalinos como jabones y detergentes, además de ser desodorizante (el fuerte olor del vinagre sale una vez que se seca completamente). Es totalmente biodegradable y no tóxico para el medio ambiente.

Para quitar el sarro del hervidor: coloque la misma cantidad de vinagre de alcohol y agua y hierva esa mezcla. Nota: reutilice esa mezcla hervida de vinagre y agua, para destapar ductos de agua (ver en uso del bicarbonato de sodio).

Como desengrasante: para lavar ollas y sartenes. Coloque 2cm de vinagre de alcohol en el fondo de su olla y hierva (recuerde tapar la olla ya que el olor del vinagre hirviendo no es muy agradable). Lave y enjuague.

Para sacar los olores que dejan las mascotas en el piso: limpiar el piso con vinagre de alcohol mezclado con agua (excepto en pisos de mármol u otros granitos). Nota: El olor del vinagre se va una vez que se seca. Otra solución para mejorar el olor es agregar 10 gotitas de esencia de limón, naranja, tomillo o eucalipto a la mezcla de vinagre con agua.

Los cítricos son muy interesantes de utilizar por sus poderes anti-grasa y anti-bacteriano. Se utilizan su jugo, cáscara (sin la parte blanca) o su aceite esencial, dependiendo de la ocasión.

Para combatir malos olores en la cocina: si ha dejado una pizza en el horno y el olor a quemado es insoportable, hierva algunas rodajas de limón en un litro de agua y déjelo unas horas en la cocina.

Algunas comidas, como el pescado o la carne tienen un olor muy fuerte, para evitar que esos olores duren todo el día, queme en su horno cáscaras de naranja y deje la puerta del horno abierta hasta que salga el olor.

Para desodorizar el refrigerador, coloque medio limón en la puerta del refrigerador, absorberá todos los olores.

Para quitar los olores a pescado o ajo sobre un cuchillo, frótelo con un medio limón.

Para darle brillo al acero inoxidable, plata, acero: deje remojar lo que desea lavar en una mezcla de 1 parte de jugo de limón por 5 partes de agua, durante unos minutos. Enjuague con agua caliente y seque.

Para lavar las juntas de cerámica del baño o cocina: mezcle una parte de bicarbonato de sodio con una parte de jugo de limón hasta formar una mezcla. Deje actuar unos minutos, cepille y enjuague abundantemente.

Fabrique una crema de cítricos para limpiar su baño: mezcle 8 cucharadas soperas de bicarbonato de sodio + 3 cucharadas soperas de vinagre de alcohol + 5 gotas de aceite esencial de pomelo + 5 gotas de aceite de limón. Agite antes de utilizar.

Anti-sarro en el baño: lave la bañera con medio limón.

Para blanquear la ropa: utilice el jugo de dos limones mezclado con un litro de agua hirviendo, deje remojar. Para la ropa blanca de algodón exclusivamente: mezclar en una cacerola agua, jabón de lavar (tipo Popeye o jabón de coco) y una rodaja de limón + el jugo de un limón. Dejar remojar. Lavar después normalmente en lavadora.

Anti-grasa: utilice jugo de limón sobre una esponja húmeda.

Lavar las ventanas: humidificar el papel de diario con gotitas de aceite esencial de pomelo.

Plancha: cortar un limón por la mitad, coloque sal sobre el medio limón y frote con él la plancha. Enjuagar con un trapo húmedo y secar.

Como repelente para las hormigas: coloque cáscaras de limón o naranja en el sendero que frecuentan las hormigas.

Las otras propiedades de la sal fina

La sal fina es conocida por su poder de limpieza. Cuidado con las superficies delicadas ya que las puede rayar (a diferencia del bicarbonato que restriega sin rayar). Es un buen antiséptico por lo que se utilizaba antiguamente para conservar las comidas (hoy en día aún se utiliza la salmuera para conservar algunos alimentos).

Para limpiar una tabla de cortar: prepare una mezcla con parte igual de sal y bicarbonato de sodio + agua. Refriegue la tabla (ya sea esta de madera o silicona), enjuague con agua y deje secar.

Contra las manchas de moho: mezcle una taza de vinagre de alcohol con 3 cucharadas soperas de sal fina. Cepille las partes manchadas con moho, enjuague con abundante agua. Nota: No utilice esa mezcla sobre superficies delicadas (mármol, granito, aluminio, etc.) ya que la sal raya.

Limpiar muebles de mimbre: cepille sus muebles con agua salada y verá cómo recuperarán su belleza.

Limpiar el cobre: mezcle la misma proporción de sal fina + harina + vinagre de alcohol. Con ayuda de un paño pase esa mezcla sobre sus ollas de cobre (u otro objeto de cobre), enjuague con agua levemente jabonada.

Para los amantes del café:

Si a Ud. le gusta tomarse un buen café sepa que el residuo del café tiene diversos usos.
Para la limpieza: al ser abrasivo, el café permite limpiar objetos grasientos o con manchas rebeldes. Para ello, mezcle café con agua caliente y refriegue con un cepillo.
Para lavarse las manos: los mecánicos que se manchan las manos con aceite, utilizan una mezcla de café con lavalozas para lavarse las manos y quitar la grasa.

Limpieza y mantenimiento de ductos de agua: mezcle café con agua caliente y viértalo en el ducto tapado.

Para pulir muebles de madera oscura: remoje café en agua tibia y coloque esa mezcla sobre las zonas dañadas del mueble de madera.

Para limpiar la chimenea: para quienes deben retirar cenizas del hogar y quieren evitar que las cenizas vuelen por toda la casa, basta con rociar café encima de las cenizas antes de recogerlas. De esa manera no volarán por todos lados.

Para ahuyentar gatos y hormigas: mezcle café con cáscaras de naranjas y colóquelas alrededor de la zona que quiera proteger de los gatos. A los gatos no les gustan el olor a café, ni tampoco el olor de los cítricos por lo que no querrán acercarse a esa zona. Del mismo modo, a las hormigas tampoco les gusta la acidez del café.

Repelente de pulgas: mezcle restos de café con el champú que utiliza para lavar su mascota. Masajee bien para que el producto penetre, así evitará que las pulgas se acerquen a su mascota y al mismo tiempo mantendrá brillante el pelo de su mascota.

Como abono: el café es un excelente fertilizante (contiene nitrógeno, potasio, magnesio, fósforo y cobre). Mézclelo con la tierra de sus plantas o en su compost para mejorar la producción de abono. No lo distribuya en superficie ya que formará una costra impermeable al riego. Sugerencia: la mejor época del año para utilizar así el café es en otoño, mezclado así a la tierra tiene varios meses para entregar sus nutrientes antes de la primavera.

Los otros usos de las cáscaras de huevo

Las cáscaras de huevo son ricas en carbonato de calcio (95%), así como contienen pequeñas proporciones de carbonato de magnesio y otras materias orgánicas como proteínas. Por ello pueden ser utilizadas en el jardín, la limpieza o la decoración.

Para lavar su ropa: las cáscaras de huevo son un buen blanqueador de ropa, coloque cáscaras de huevo en un viejo calcetín (sin olvidar de hacer un buen nudo) y coloque el calcetín junto con su ropa. Sirve para 3 o 4 lavado. Después está bien triturada para ser utilizada en el jardín (ver uso de las cáscaras de huevo en el jardín).

Para limpiar termos o floreros: mezcle cáscaras de huevos con lavalozas y agua, y lávelos. Esa misma mezcla puede utilizarse también para limpiar a fondo ollas y sartenes. Nota: para un uso más fácil utilice las cáscaras trituradas.

Para manchas muy rebeldes en la loza: mezcle cáscaras de huevos trituradas con vinagre de alcohol y verá cómo se eliminan las manchas rebeldes de su loza.

En el jardín: mezcle las cáscaras de huevo trituradas en su compost para mejorarlo. Triturado muy fino, y mezclado a la tierra es un buen abono para las plantas de interior y exterior. Colocado al pie de las plantas, evitará que las babosas, los caracoles y los gusanos invadan sus plantas.


La biodiversidad, el consumo y la evolución

La Tierra ya no está en condiciones de soportar la presión ecológica que ejerce la humanidad. El resultado es una crítica extinción masiva de especies, la mayor acaecida desde la desaparición de los dinosaurios, hace 65 millones de años.
La pérdida de bosque primario por la expansión agrícola ganadera, la sobrepesca, la contaminación del agua, las especies exóticas invasoras y el cambio climático son algunos motivos específicos, pero la principal causa de destrucción es un sistema político-económico en el que la naturaleza no tiene un espacio asignado, su saludable existencia no tiene la menor importancia.
Sólo se toman medidas para preservar los recursos naturales si hay una ley que así lo indique, si hay una pena económica por no hacerlo. O si de alguna forma puede obtenerse un rédito económico a cambio.
Desde mucho antes de que el Hombre fuera Sapiens, la naturaleza lo ha provisto de alimentos, de todo lo necesario para curar sus enfermedades y de cuanto requirió para preservarse de cualquier factor de riesgo.
Hoy nos encontramos ante una instancia sin precedentes. Es la naturaleza la que está endeble y nosotros quienes contamos con los recursos necesarios para ayudarla a recomponerse. Podemos y debemos sanarla y protegerla si queremos que las futuras generaciones de seres humanos cuenten con un ambiente sano donde desarrollar sus vidas.
Mientras los gobiernos a instancias de las grandes multinacionales que se han adueñado de las decisiones, sigan subordinando la protección de la naturaleza a la economía, mientras ganar más y más dinero sea el principal objetivo, la naturaleza y nosotros como parte de ella, quedaremos en un segundo plano.
El cambio climático, la pérdida de diversidad biológica, la acidificación de los océanos; son todas ramas de un mismo árbol, con un mismo tronco y una misma raíz, el consumo excesivo e irresponsable.
Estamos siendo víctimas de nuestra propia estupidez, de no darnos cuenta que el modo de vida que se nos está imponiendo es algo totalmente ilusorio para nosotros. Que no somos los beneficiarios y que nuestros descendientes serán gravemente perjudicados.
Quienes han tomado las decisiones a nivel global, especialmente en las últimas décadas, han optado por poner todos los conocimientos adquiridos por la humanidad al servicio del crecimiento económico, del confort, de la reducción del esfuerzo físico y mental. Han decidido avanzar sin importarles las consecuencias, sin poner reparos en los costos sociales y ambientales de ese “progreso”.
Con las tecnologías actuales, la decisión sobre el desencadenamiento o no de un colapso ambiental, ha pasado a ser meramente política. Con mucho menos presupuesto que el que se invierte en armas, podría darse rápida solución al Cambio Climático que nos acecha y cuyos efectos pueden llegar a límites insospechados.
La única opción que tenemos es, entre todos, detener el derroche, disminuir los altos niveles de consumo, aprender a consumir de forma responsable y educar a las futuras generaciones para que continúen y profundicen esa tarea, para que avancen en ese cambio cultural y evolutivo, hacia un Ser Humano Sustentable.

Un afectuoso saludo,
Ricardo Natalichio

sábado, 4 de mayo de 2013


Gonzalo Andrade
Colectivo Novecento

Durante las próximas décadas la humanidad va a enfrentarse a innumerables problemas ambientales y sociales cuyas consecuencias pueden conducirnos al colapso global. Para evitar esta situación no solo es necesario poner en marcha determinadas acciones, sino también promover un profundo cambio social y político que enmarque las mismas y las haga realmente eficaces.

El cambio climático, la extinción acelerada de especies animales y vegetales, la degradación de la tierra cultivable, los cambios en el uso del suelo de regiones enteras, la dispersión de componentes químicos nocivos en el ambiente, la acidificación de los océanos y la escasez de agua potable son tal vez los problemas más importantes a los que se enfrenta la humanidad hoy en día. Todos estos problemas están interconectados entre sí, tienen importantes consecuencias en los sistemas naturales y socio-económicos del planeta, y su acción combinada puede dar lugar al colapso de la “civilización global” durante las próximas décadas. Por lo menos esto afirman Paul y Anne Ehrlich, ambos investigadores y docentes en la Universidad de Stanford (EEUU), en un esclarecedor artículo que ha sido publicado recientemente en la prestigiosa revista Proceedings of the Royal Society – Biological Sciences.
Estos autores nos recuerdan que tras los recientes fracasos de la agenda climática el mundo puede verse sujeto a un aumento de al menos 2,4°C en la temperatura media global hacia mediados del siglo XXI, lo que está por encima del límite de 2°C que hace una década era considerado como “seguro”. El cambio climático antropogénico está provocando un incremento en la frecuencia y la intensidad de eventos climáticos extremos tales como sequías, olas de calor, inundaciones y huracanes, que será aún mayor en el futuro. Ello podría tener importantes efectos en la producción agrícola, que también se encuentra amenazada por la progresiva erosión y degradación del suelo.
La agricultura actual es también excesivamente dependiente de los combustibles fósiles y enormemente ineficiente en el uso de fertilizantes, agua y energía, lo que está provocando un aumento de la contaminación ambiental y las emisiones de gases de efecto invernadero, y una reducción de las reservas de agua. P
or otra parte, el cambio en la dieta de varios países hacia un mayor consumo de proteínas animales está provocando la expansión de cultivos destinados a la producción de grano para el ganado. Ello se produce a costa de tierras fértiles que podrían utilizarse para alimentar a un mayor número de personas, o de áreas no agrícolas (bosques, sabanas, humedales) que proporcionan importantes servicios ambientales como la regulación del ciclo del agua y los climas locales y regionales. Aunque no están tan presentes en la agenda política no podemos olvidarnos de los problemas derivados de la presencia de químicos nocivos en el ambiente, así como de los crecientes riesgos epidemiológicos en muchas partes del mundo.
Todos estos problemas pueden verse amplificados por el progresivo incremento de la población mundial (que en 2050 puede alcanzar los 9.5 millones de personas) y el excesivo consumo de energía y alimentos por parte de ciertos países. A su vez, los problemas anteriormente señalados pueden tener importantes consecuencias socio-políticas como el desarrollo de conflictos bélicos por el control de recursos naturales y el aumento en el número de refugiados ambientales.
Para los autores de este artículo, la clave para mitigar muchos de los problemas anteriormente comentados y evitar el colapso de la civilización global está en la transformación de los sistemas de producción de alimentos y energía. Entre otras cosas es necesario restringir la expansión de nuevas zonas agrarias para preservar el capital natural aún existente, desarrollar políticas de conservación del suelo fértil, incrementar la eficiencia en el uso de fertilizantes, agua y energía, promover dietas basadas en un menor consumo de carne y reducir el desperdicio de comida. La equidad en la alimentación debe estar en el centro de la agenda política, y es necesaria una enorme inversión económica en investigación sobre agricultura y acuicultura sostenibles. También es importante tener en cuenta que en un futuro próximo los sistemas agrarios van a tener que enfrentarse a un clima más cambiante e impredecible que el actual, lo que hace necesario fomentar el ahorro de agua y desarrollar infraestructuras adecuadas para su almacenamiento y distribución.
Otra de las claves para evitar el colapso está en la limitación del crecimiento poblacional, un debate enormemente mediático durante los años 70 y prácticamente olvidado hoy en día. En los países empobrecidos es necesario profundizar en los programas de planificación familiar, en la lucha contra el fundamentalismo religioso y a favor de los derechos de la mujer. El triunfo del feminismo en el sur global tiene una enorme importancia no solo desde un punto de vista ético y social, sino también ambiental y económico.
Los países ricos deben limitar su excesivo consumo de recursos, un reto aún mayor y más difícil, dada la arraigada adicción cultural al crecimiento económico en las sociedades opulentas. Son estos países también los que tienen que liderar la puesta en práctica de soluciones a los problemas anteriormente mencionados mediante el fomento de la investigación científica. Sin embargo, esta debe centrarse mucho más en la búsqueda de soluciones y en llevar sus resultados a la agenda política. También es imprescindible fomentar la colaboración entre los científicos procedentes de las ciencias naturales con los procedentes de las ciencias sociales. Y dentro de estos últimos, los economistas tienen un importantísimo papel. A los economistas corresponde la tarea de contrarrestar el predicamento del libre mercado y los dogmas que han infectado esta disciplina académica durante las tres últimas décadas. Deben trabajar, además, por el desarrollo de sistemas económicos estacionarios, nuevos modelos económicos que reflejen la conducta irracional de grupos e individuos, y mercados basados en la información “simétrica” (igual) entre sus actores. Los economistas deben potenciar la lucha por la sostenibilidad y la equidad como los nuevos paradigmas de su disciplina.
Los autores de este trabajo conceden también una enorme importancia al ámbito cultural, social y político en el que se deben enmarcar estos cambios. Los seres humanos debemos luchar contra nuestra propia selección natural, que no nos ha hecho previsores frente a un medio ambiente cambiante, y ciertas medidas solo van a poder ser llevadas a cabo mediante una transformación social y política sin precedentes. También va a ser necesaria una fuerte cooperación internacional que sea capaz de adaptar las soluciones a los marcos culturales de las diferentes sociedades. Paul y Anne Ehrlich terminan con una llamada urgente a la valentía, el esfuerzo, la ética y la solidaridad. El momento para llevar a cabo una reestructuración profunda del sistema socio-económico, afirman, es ahora, y si no lo hacemos la naturaleza lo hará por nosotros.
Gonzalo Andrade, del Colectivo Globalízate
http://entrerioslibredefrackingchajari.blogspot.com.ar/2013/05/como-podemos-evitar-el-colapso-de-la.html#comment-form

miércoles, 1 de mayo de 2013


1º de mayo - DÍA DEL TRABAJADOR


lunes, 29 de abril de 2013





"MENSAJE DE LAS ABEJAS"

Este es el título de un documental japonés que comienza describiendo la mortandad de abejas que provocan las fumigaciones con neonicotinoides en JAPON (aplicación foliar de los productos);

luego explica en forma gráfica cómo es el mecanismo de estos neurotóxicos;

más adelante enumera los Límites Máximos Permitidos de residualidad de los mismos enPeras, Manzanas, Lechuga arrepollada, Brócoli, Uvas, etc, en la Unión Europea, Estados Unidos y Japón;

al respecto, plantea una residualidad de entre uno y dos meses del tóxico y su penetración en los vegetales de tal manera que es imposible sacarlo por lavado y a su vez plantea una dificultad analítica importante a la hora de preparar los muestreos;

finalmente describe las distintas enfermedades neuronales que provoca en humanos adultos pero particularmente en niños y fetos por inmadurez o ausencia de barreras hematocefálicas. "Ya es tarde", el daño provocado es irreversible, dice el investigador que plantea el resultado de 10 años de investigación pero, debemos pensar en el futuro.

El documental, subtitulado en inglés, dura aproximadamente una hora. Esta amenizado con una buena música de fondo y con paisajes, imágenes y gráficos muy ilustrativos.

Los Neonicotinoides serán sometidos al veredicto de la Comisión Europea el próximo lunes 29 de abril y los apicultores del mundo esperamos que sean prohibidos. Por eso fomentamos toda campaña que tienda a su prohibición más allá del dueño de la "campana".

Link del video "MENSAJE DE LAS ABEJAS" http://www.youtube.com/watch?v=BaqPNmk1kZY&feature=share