jueves, 28 de febrero de 2013


Amor incondicional ambientalista

El amor puede definirse de infinitas formas. Sin embargo, uno podría sentir que por más esfuerzo que hiciese a la hora de intentarlo, la definición invariablemente estaría incompleta, siempre le faltaría algo. Y seguramente que así sería, porque el amor tiene una parte que podemos percibir mediante los sentidos, descriptible mediante el lenguaje y otra, que se encuentra en un plano diferente, al que no tienen acceso la razón.
Cuando un Ser da amor sin esperar nada a cambio, sin sentir la necesidad de ser correspondido, sin querer obtener beneficio alguno por ese amor que se da, entonces es amor puro, incondicional, verdadero. Sólo entonces, es amor. Ese es el amor que sentimos los ambientalistas por el maravilloso milagro de vida que es Gaia, este Ser del cual somos parte. Un amor sin egoísmos, que sólo se da, incondicionalmente.
Esa parte del amor que está oculta a los sentidos, que no puede tocarse, ni olerse, la que no puede describirse con exactitud dónde o cómo se siente, la que no puede explicarse con palabras, es la que hace que un ambientalista se despierte cada mañana con la certeza de que un mundo mejor, es posible. Es la que le da la esperanza para seguir intentándolo un día más, y luego otro y otro y otro...
Esa parte del amor que se arremolina en nuestro pecho, que lo infla, es la que nos da fuerzas para pelear contra molinos de viento, para enfrentarnos a las mineras, a las pasteras, a los agronegocios. Nos da energías para cortar rutas, organizar asambleas, marchas, foros, debates, charlas. Nos hace defender un arrollo, una laguna, un ave o un bosque, incluso poniendo en juego nuestra propia vida. Esa es la parte del amor que nos hace plantar un árbol, aún sabiendo que no disfrutaremos de su sombra ni de sus frutos, la misma que nos empuja a caminar utopías.
Los ambientalistas simplemente somos, enamorados de la vida.
Cada uno podrá definir el amor a su manera, habrá miles, millones, infinitas formas diferentes y hermosas. Sin embargo, todas estarán incompletas. Porque afortunadamente siempre habrá sobre el amor, algo más por descubrir, alguna palabra más por decir y algo que no podamos explicar… sólo sentir.
Cordiales saludos,
Ricardo Natalichio

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