jueves, 18 de marzo de 2010



CULTURA Y DEMOCRACIA DEL AGUA.

SOMOS AGUA DESDE SIEMPRE, NO EXISTE LA VIDA SIN AGUA. TODOS LOS SERES VIVOS SOMOS MÁS AGUA QUE OTRA COSA Y SOMOS MAS FLUJOS QUE ACUMULACIONES, POR ELLO, SOMOS AGUA EN MOVIMIENTO. EN EL MOMENTO QUE SE DETIENE ESE FLUJO, SE DETIENE LA VIDA Y EL AGUA DEJA DE SER AGUA VIVA.
El agua es vida, es ambiente, es sociedad. No hay ninguna posibilidad sustentable de privatizar los flujos y acumulaciones del agua, a condición que no exista paz y armonía. El espacio del agua es un espacio público por excelencia. No puede ser un espacio privado, sectorializado, disciplinado, fragmentado a menos que se prive a los pueblos de su vida. Este espacio público no debe ser confundido con el espacio gubernamental; del mismo modo, que el espacio de la sociedad civil no puede ser confundido con el espacio “no-gubernamental”.
El espacio común es el espacio de la fiesta por la vida plena. Es el espacio de la ética de la vida que nos hermana con los otros y con lo otro. Es el espacio del “ciclo del pan, la paz y el amor” (Kusch 1999,2002) y que nada tiene que ver con el “ciclo del mercader”, con el crecimiento infinito que ha demostrado su total insustentabilidad. Este espacio común se sustenta de valores éticos de solidaridad, cooperación, reciprocidad, complementariedad, equidad, democracia, austeridad, respeto por el otro. Es el espacio donde se construyen los modos y medios de satisfacer las necesidades humanas fundamentales (subsistencia, protección, afecto, ocio, creatividad, participación, identidad, entendimiento, trascendencia y libertad) de cada cultura y período histórico y que caracterizan a las sociedades y su devenir en el tiempo.
¿Podremos transformarnos íntimamente para asumir esta construcción o seguiremos prolongando y reforzando en el tiempo, aquellos valores que nos han llevado hasta la insustentabilidad de la vida misma?

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