sábado, 5 de diciembre de 2009


BOLETÍN Nº 23

EDITORIAL

Hola toda la gente. Es temprano, las 06:30 de la mañana, a través del vidrio veo que hay un vientito interesante, sol acomodándose (gracias al cielo) y si bien soñé muchas veces tener una casa frente al río, nunca imaginé que el río vendría hasta ella.
He viajado hasta Concordia, también a Concepción del Uruguay y desde aquí, he seguido desde los primeros centímetros esta creciente, que ya ostenta los titulares de ser, para esta zona, la más importante en 20 años, solamente comparable con la del 59, que según cuentan los mayores hizo estragos memorables.
He decidido dar a este Boletín una mirada diferente hacia este desastre que la creciente del Río Uruguay ha producido en todo el litoral, por varias razones a saber: en principio porque hace mucho venimos hablando del tema de los desastres que a partir del cambio climático ocasionado por diversos factores se producirán y de la necesidad de políticas preventivas al respecto, hemos hablado también de la terrible mala costumbre que se manifiesta desde los diferentes estamentos de solucionar los problemas cuando ya se han manifestado de la peor manera; no hemos hablado y tampoco lo desarrollaremos en este espacio, de la bajeza implícita en la utilización de estos acontecimientos lamentables para muchos ciudadanos, con el fin de un posicionamiento político determinado, ni del aprovechamiento y/o utilización de las desgracias ajenas producidas por una creciente para resaltar un “trabajo ambiental” determinado.
Creo que aquellos que nos manifestamos a diario a favor del medio ambiente, que alertamos sobre su problemática, que ofrecemos pequeñas soluciones a pequeños problemas que desde nuestro también pequeño lugar podemos ofrecer, podemos también en estos momentos, tener respeto por los evacuados que todo lo perdieron y que se verán entre otras cosas obligados a vivir en condiciones mas precarias que las habituales, respeto por las pérdidas que a todos nos ocasiona esta enorme creciente en múltiples sentidos y respeto hacia el mismo río porque creemos profundamente que él mismo se ha manifestado encargándose a su manera de despertar de su letargo a más de uno.
Por eso hoy nosotros aprovecharemos para darlo a conocer desde el lugar que queremos tenga siempre, por conocimiento, por admiración, inspiración, historia e identidad, por ser parte nuestra y no por el daño que en estos momentos se ha visto obligado a causarnos.
Dicho todo esto, con el río que lentamente llegó hace días y allí se encuentra, frente a mi ventana.



Poli Echevarría

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