lunes, 11 de enero de 2010


SINDROME DE TURISTA

Como buenos entrerrianos y gente de palabra además, aquí estamos nuevamente, para continuar con este tema, muy importante, sobre todo en temporada alta (como se le llama a las vacaciones de verano y no por la temperatura.
Habíamos quedado en el Segundo síntoma que muestra en el turista este síndrome: la falta de respeto a la naturaleza. Pero antes de continuar queremos aclarar un punto,que es el siguiente: que tengamos sentido del humor no significa que nos tomemos el tema en broma, sino que hemos aprendido que la mayoría de las veces las críticas se atienden mejor o simplemente se atienden cuando son hechas desde la humorada. Aclarado el punto, seguimos con lo nuestro.
No todos, pero la gran mayoría de los turistas, por lo menos los que nos visitan en grandes cantidades, provienen de grandes ciudades y cuando digo grandes, son grandes. El 75% del turismo que recibimos llega desde Capital Federal y el resto desde Rosario y Córdoba, completándose con una minoría sumada entre las diferentes provincias del resto del país. Hemos tenido turistas de Esquel por ejemplo.
Decía entonces que la gran mayoría de los turistas que nos visitan están acostumbrados a vivir en grandes ciudades, este hecho da a las personas una forma de ver las cosas bastante diferente de quienes vivimos en ciudades pequeñas y en contacto permanente con la naturaleza. Quienes tenemos la suerte de convivir con ella, aprendimos lo que todos aprenden a la larga y que es un ingrediente necesario para convivir, el respeto.
Los costeros, por llamarnos de alguna manera, que además de crecer y respirar naturaleza, aprendemos a caminar a la orilla del río, aquí, el magnífico Río Uruguay, sabemos que es fundamental para disfrutar de las bellezas que brinda el río y todo lo demás, el respeto.
A ver si nos entendemos, no estamos debajo de los árboles a determinadas horas en lugar de estar panza arriba o abajo, en la arenita cerca del agua, porque somos pavos o tontos. Estamos a la sombra porque sabemos por experiencia que a una hora determinada la arena está muuuyy caliente y el sol achicharra, y que además tal vez uno ni se dá cuenta de esto hasta la tardecita o noche cuando resulta imposible vestirse y luego dormir. Todos pasamos muchas veces por eso y ahora preferimos estar debajo de los arbolitos en determinados horarios mirando como los turistas hacen la experiencia. Les avisamos de todas maneras, pero sabemos de antemano que no nos harán caso por eso de que las experiencias no se transmiten y es cierto.
Si nos entendemos, me parece buenísimo, porque entonces les podemos contar, que es raro que la gente de por acá no sepa nadar, aunque sea a lo "perrito" todo el mundo o la gran mayoría sabe defenserse bien en el agua, algunos muy bien, al punto de hacerlo en maratones a río abierto, así que no nos quedamos de este lado de las boyas de precaución que se colocan en el río para determinar hasta donde se puede nadar o bañarse con seguridad, porque somos temerosos, miedosos o "cagones" como nos suelen llamar de a ratos, el miedo y el respeto, son cosas totalmente diferentes. Ninguno de los de por acá se atrevería a desafiar al río, todos sabemos que parece manso, pero con él nunca se sabe. Y no es para asustarse, simplemente hay que saber tratarlo. Eso de venir por primera vez, largarse al agua, traspasar las boyas, de puros vivos nomás, acá no impresiona a nadie, más bien preocupa. Y que se vaya sabiendo, a los costeros, como a nadie, no nos gusta andar preocupados, menos en verano y con tanto calor.
¿La seguimos después?

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