viernes, 8 de enero de 2010


SÍNDROME DE TURISTA

Más allá de haber andado hace un tiempo ya, estudiando sobre el turismo, sus definiciones, los distintos tipos de turismo que se pueden realizar (aunque todos los días se invente algo nuevo) y lo que hace a una persona recibir el apelativo de "turista". Lo que siempre me ha llamado la atención es ver a los turistas en acción y como tengo cantidades industriales de ellos aquí en Colón, puedo verlos en diferentes horarios, realizando actividades diversas y padeciendo por igual el "síndrome del turista".
Los turistas salen a serlo por una semana, quince días y hasta un mes, según las vacaciones que puedan tomarse por razones laborales y de presupuesto. Está estudiado el tema de los días que realmente se necesitan para descansar o vacacionar, como quiera llamarle, aunque las dos cosas no signifiquen lo mismo. Supuestamente se sale de vacaciones para descansar, sin embargo para muchos es más estresante el salir de vacaciones que hasta e incluso trabajar.
Hablamos, claro, de familias tipo (tipo familias), mamá, papá y los nenes (ya salir con adolecentes es un apostolado, con todo cariño a los adolecentes), lo que significa entre otras muchas cosas que los papás deberán verse la cara por muchas más horas que las normales, además de hacerlo en compañía de los dulces niños en un estado de aburrimiento crónico según lo manifiestan.
Este tema solito nomás, daría para escribir un tratado, pero ahora estamos en el "síndrome del turista".
El turista normalmente es una persona que vive diariamente en un estado de aceleración importante, estado que trae consigo a los lugares donde vacaciona y que pretende, por lo menos los primeros días, disimular, aún a costa de su salud.
Los provincianos (a mucha honra y algunos a pura elección) tenemos otro ritmo, bastante más lento, no tanto como los santiagueños que ya son el extremo, pero lento.
Además consideramos que si el turista está de vacaciones..."¿qué apuro puede tener?".
Craso error. El turista está de vacaciones, pero su ritmo interior todavía (la primera semana por lo menos)no lo ha logrado, así que, quiere todo si es posible "para ayer". Es interesante ver los dos ritmos en acción. Y este es uno de los primeros síntomas del síndrome: vestuario de turista, cámara de fotos de turista, pero ritmo de laburante estresado.
Como todo tiene que ser temprano, mucho y rápido. A las siete de la mañana están en la playa. A las once en el comedor. A las dos en la playa de nuevo y a las ocho buscando donde cenar, para después declararse desocupados...como en casa.
Los provincianos abrimos los negocios a las ocho...ocho y media. Cerramos a las doce, como mucho a las trece. Dormimos la siesta. Abrimos nuevamente a las cuatro y media, cinco de la tarde y cerramos tarde, sobre todo en verano.
Es llamativo ver a una familia de turistas buscando una panadería abierta a las seis y media de la mañana antes de ir a la playa, por ejemplo...solos en la calle principal en medio de persianas bajas o buscando un supermercado abierto a las tres de la tarde...es un poco triste. Y en realidad está bien que no cambiemos los horarios para el turismo, porque sino estaríamos entrando en la velocidad del turista, cuando lo bueno es que a la larga, entren en la nuestra y finalmente descansen...que es a lo que vienen.
Todo temprano, mucho y rápido. Segundo día, todo acomodado en hotel y/o departamento, casa, alquilada. Prioridad.SOOOOLLLLL, MUUUUUCHOOOOO SOOOLLLL, para volver doraditos a casa.
Siete de la mañana playa, sillones, lonas y disposición. Siete de la tarde, piel colorada fuego, cara de sufrimiento atroz, sufrimiento atroz. Segundo síntoma: la falta de respeto a la naturaleza.
Continuará.
Poli Echevarría

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